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Ociotipos predominantes en jóvenes de Montevideo
Autores: Doctor en Ocio y Desarrollo Humano Ricardo Lema (rlema@ucu.edu.uy),
Doctor en Recursos Naturales y Biometría Roberto Volfovicz (roberto.volfovicz@ucu.edu.uy),
Lic. en Dirección de Empresas Turísticas Ma. Eugenia González ( eugenia.gonzalezp@ucu.edu.uy).

Resumen:
Se presentan los resultados de un estudio exploratorio acerca de perfiles turísticos en jóvenes de Montevideo, seleccionado por el Ministerio de Turismo y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, en el Proyecto ganador del concurso de ideas Informe de Investigación Turística (IIT) -Edición 2017. Partiendo del modelo pentadimensional de Goytia (2006) se propuso identificar factores que inciden en las elecciones de consumo turístico y caracterizar ociotipos predominantes en dicha población.
Los estilos de vida en el ocio refieren a patrones que estructuran la organización temporal, el sistema social de relaciones y las pautas de consumo y/o actividades culturales y de ocio (Olabuenaga, 1994). Dada su capacidad estructuradora y organizativa prevalente en la vida cotidiana de este segmento, permite comprender las decisiones que los jóvenes toman en su tiempo libre y especialmente durante sus vacaciones.
Se realizaron cinco grupos focales con 34 jóvenes de entre 14 y 23 años de Montevideo, seleccionados mediante un muestreo por conveniencia estratificado proporcionalmente por edad, género, ubicación geográfica y nivel socioeconómico. El estudio concluye en una caracterización primaria del ocio turístico de jóvenes montevideanos en base a variables conductuales, cognitivas, emocionales, motivacionales y culturales, donde se identifican cuatro ociotipos: distintivos-fragmentados, distintivos-saturados, pragmáticos-inquietos y pragmáticos-dependientes.
Se lograron reconocer especificidades que hacen a este segmento de la población y que son de relevancia para el diseño de productos y políticas turísticas.
Palabras clave: estilos de ocio, modalidades turísticas, turismo juvenil, ociotipos.
Introducción
La experiencia es una dimensión clave en el desarrollo turístico. Tan importante como la calidad de los productos y servicios, es la calidad de la experiencia que estos promueven. Por ello, los estudios en torno a las experiencias de ocio y los estilos de vida desarrollados a partir de estas, son esenciales para comprender el comportamiento del turista y para planificar en consecuencia.
Partimos de una concepción humanista de la experiencia de ocio, que enriquece la comprensión del turismo como un fenómeno que contribuye a mejorar el desarrollo humano tanto del turista como de la comunidad que lo recibe. De acuerdo con Cuenca (2000),
“(…)desde una mirada humanista, la experiencia de ocio refiere a una vivencia gratuita que, en tanto placentera, satisface diversas necesidades humanas y nos brinda la posibilidad de recrearnos y proyectarnos como personas”.
En este sentido, el turismo es uno de los ámbitos con mayor potencial para el desarrollo de una experiencia satisfactoria, lo que estará condicionado por un conjunto de atributos tanto personales como situacionales.
La demanda turística se orienta cada vez más a productos personalizados que permitan desarrollar experiencias ajustadas a una diversidad de segmentos de población, que se configuran no solo por variables sociodemográficas. Conocer los factores psicosociales que se ponen en juego a la hora de tomar decisiones sobre el uso del tiempo libre es fundamental para el diseño de productos y servicios de turismo acordes a estos segmentos de demanda. En este sentido, los estilos de vida en el ocio hacen referencia a un conjunto de patrones que estructuran la organización temporal, el sistema social de relaciones y las pautas de consumo y/o actividades culturales y de ocio (Olabuenaga, 1994). Su relevancia radica en su capacidad estructuradora y organizativa de la mayor parte de la vida cotidiana de un grupo específico de individuos, por lo que será de suma importancia para comprender las decisiones que cada segmento de población toma en su tiempo libre y especialmente durante sus vacaciones.
Kelly y Freysinger (1999) entienden que hay diversos factores sociodemográficos -etnia, identidad de género, orientación sexual, estatus económico, ciclo de vida- que condicionan la elección de un estilo de vida en el ocio. En esta decisión operan dialécticamente dos procesos subjetivos, de pertenencia y de diferenciación. La pertenencia a un grupo social que le brinda un estatus al sujeto, implica una búsqueda de estratificación a partir del comportamiento en el tiempo libre. Y la diferenciación como construcción de una identidad subjetiva, que se da no tanto por la elección de las actividades de ocio en sí, sino a partir de cómo son realizadas estas actividades: dónde, con quién, de qué manera, en qué tiempo, etc.
Los estilos de ocio turístico han sido estudiados por varios autores poniendo el foco en los aspectos psicosociales que determinan las prácticas de consumo turístico. Valls (2005) realizó una investigación de las preferencias en cuanto a las actividades de ocio turístico de los españoles, caracterizándoles en ocho ociotipos (hedonistas, e-inquietos, trabajo-activos, socioactivos, implicados, rutinarios, implicados y pasivos). Cada uno de estos tipos de ocio caracteriza un segmento de población a partir de su perfil sociodemográfico y sus preferencias en cuanto a actividades turísticas y la forma de realizarlas. Del mismo modo, Goytia (2006) hace un análisis psicosocial de la experiencia turística, que integra tanto variables personales, como sociales y culturales. Concluye en una tipología de turistas en base a aspectos cognitivos, emocionales, motivacionales, conductuales y culturales, al tiempo que caracteriza los rasgos predominantes del turista español.
Los jóvenes son una quinta parte de la población de Montevideo (INJU, 2013), hay más de 320.000 personas entre 14 y 29 años. Es necesario desarrollar una oferta de turismo orientada a este segmento de demanda creciente que responda a su diversidad de estilos de ocio. Por ello, esta investigación indagará en el perfil turístico de los jóvenes montevideanos, con el fin de explorar los factores psicosociales que determinan su consumo en el tiempo libre y el turismo.
En la medida que implica un abordaje a un tema poco estudiado en nuestro país, la investigación se propuso empezar a conocer esta realidad a través de un estudio de alcance exploratorio que permitiese identificar algunos de los rasgos que aportan a una caracterización de los estilos de ocio turístico entre los jóvenes que viven en la ciudad de Montevideo. El estudio se planteó como objetivos: caracterizar el perfil de ocio de jóvenes de Montevideo atendiendo a aspectos psicosociales; identificar los factores que inciden en las elecciones de consumo turístico entre jóvenes de Montevideo y caracterizar algunos de los ociotipos predominantes en jóvenes de Montevideo.
Aspectos metodológicos
Para responder a los objetivos de la investigación se realizó un estudio de alcance exploratorio y de enfoque cualitativo, mediante cinco grupos focales y entrevistas estructuradas a jóvenes de Montevideo.
Se definió una muestra por conveniencia en base a cuotas, atendiendo proporcionalmente a las variables de edad, género, ubicación geográfica y nivel socioeconómico que capturan la diversidad de los jóvenes de Montevideo. La muestra estuvo constituida por 18 mujeres y 16 varones, con edades entre los 14 y 23 años, provenientes de tres zonas de Montevideo, diferenciadas por el nivel de ingresos (familias de ingresos bajos, medios y altos). En su mayoría eran estudiantes (95%) y sólo la quinta parte tenía algún tipo de trabajo al momento de la entrevista.
Cada uno de los grupos focales se inició solicitando a los entrevistados que completaran una encuesta individual autoadministrada de 14 preguntas, las cuales inquirían aspectos sociodemográficos del participante y aspectos relacionados con su comportamiento en el tiempo libre.
Para la entrevista grupal se tomó como referencia el modelo pentadimensional de perfiles del ocio turístico (Goytia, 2006), que incluye cinco dimensiones de variables: conductas, motivaciones, cogniciones, valores y emociones.
- Las variables conductuales refieren a los comportamientos en el tiempo libre y el turismo.
- Las variables motivacionales consideran los elementos que movilizan al turista a tomar ciertas elecciones recreativas.
- Las variables cognitivas apuntan a intereses y preferencias del turista, y se manifiestan en opiniones sobre actividades y destinos.
- Las variables culturales refieren a los valores que se ponen en juego en el desarrollo de las prácticas de turismo.
- Las variables emocionales son los sentimientos que se generan en las prácticas de turismo.
Cada una de estas dimensiones se desglosó en un listado de variables más específicas, lo que permitió desarrollar un guion que apuntara a profundizar en cada uno de estos aspectos y organizara las categorías para el análisis posterior. Dichas variables orientaron el análisis de los discursos, organizándose los hallazgos en función de los objetivos de la investigación.
Discusión
A partir del análisis de las entrevistas se identificaron cuatro ociotipos predominantes en jóvenes de Montevideo. Esta caracterización es un emergente del estudio, tomando en cuenta los perfiles de ocio que se configuran a partir de las dimensiones psicosociales establecidas por la metodología, y los factores que inciden en sus elecciones de consumo turístico.
Del análisis de las respuestas surgen algunas constantes que permiten identificar ciertos rasgos comunes en algunos de los grupos de jóvenes entrevistados. Es así que hemos definido cuatro categorías que aluden a la diferenciación socioeconómica establecida en la muestra: los dos primeros se corresponden con los dos grupos de jóvenes que viven en barrios de mayor nivel socioeconómico, sin distinción de sexo, aunque con rasgos diferenciales entre mayores y menores de edad. El tercero se corresponde con los jóvenes que viven en los barrios de nivel socioeconómico medio, sin distinción de edad ni sexo. Y el último con los jóvenes que viven en los barrios de nivel socioeconómico bajo, sin distinción de edad ni sexo. Estos cuatro grupos fueron identificados, respectivamente, como: distintivos-fragmentados, distintivos-saturados, pragmáticos-inquietos y pragmáticos-dependientes.
Distintivos fragmentados
Entre los jóvenes mayores de 18 que viven en barrios de perfil socioeconómico alto, encontramos prácticas de ocio distintivas y una búsqueda por aprovechar un tiempo libre que consideran limitado. “A veces pasa que tengo, por ejemplo, cuarenta minutos o media hora de tiempo libre, entonces ahí elijo mirar un capítulo de una serie. Pero cuando tengo un poco más de una hora o dos horas, toco la guitarra o el piano, porque sé que necesito más tiempo para eso” (E1.1). El tiempo libre es para ellos un bien escaso, por lo que intenta aprovechar cada momento disponible, incluso el que se da en los intersticios del tiempo de obligaciones. “A mí me pasó, que se me fue yendo el tiempo libre que tenía. Ahora es escaso” (E1.3). La dinámica del estudiante universitario lleva a una modalidad de estudio más autónoma, que permite intercalar las obligaciones con actividades recreativas: “Me distiendo durante todo el día estudiando, a la vez hago otras cosas y converso, y estoy en la mitad de algo y me levanto a jugar al pool o un truco, y después sigo estudiando hasta la cena y después de la cena miro una película” (E1.5).
Es en este grupo donde más se evidencia lo que Igarza (2009) denomina “burbujas de ocio”, es decir un ocio intersticial que:
(…) se consume en pequeñas píldoras de fruición, brevedades que pueden disfrutarse en los microespacios que dejan las actividades laborales o en los fragmentos de dedicación ociosa que el usuario se adjudica durante los desplazamientos o en su tiempo libre en el hogar. Todos los contenidos tienden a ser microcontenidos, unidades semánticas que pueden eslabonarse o no y que permiten «emocionarse» en un tiempo escaso, un tiempo intersticial.” (Igarza, 2009: 42-44).
En cuanto a las actividades que desarrollan, se nota en este grupo una búsqueda distintiva en la elección de las actividades de ocio. No es una diferenciación en cuanto estatus social, sino como construcción identitaria a partir de elecciones que le permiten distinguirse incluso entre sus pares. En las prácticas sistemáticas de ocio que eligen estos jóvenes se busca un nivel de microdistinción. Así encontramos que estos jóvenes semanalmente practican deportes muy específicos:
“Yo lo que hago, seguro todas las semanas, al menos una vez, es cuando salgo de la facultad ir al club. Juego a la pelota vasca, es un deporte.” (E1.2).
O asisten a espectáculos para un público más especializado:
“A mí me encanta ir a espectáculos, y me encanta el cine independiente (…) Pero siempre hay espectáculos, hay toques, me encanta ir a escuchar jazz, voy a "Andorra" los miércoles a escuchar jazz” (E1.6);
“Entonces veo mucho stand up, porque mi prima hace stand up, y también es algo que está bueno y es semanal” (E1.5).
Algunos se involucran en causas sociales concretas:
“Todos los jueves voy a un voluntariado que es del colegio que yo iba antes, ya es como rutina también. De cuatro y media a seis. (…) es un salón que tienen en el barrio, y van todos los niños, de todas las edades” (E1.4). O apuntan a experiencias estéticas singulares: “Soy muy fan de los atardeceres, voy casi todos los días a la Plaza Virgilio, cuando está linda, media hora igual. Voy con mis amigas.” (E1.4)
Esta dimensión distintiva del ocio (Cuenca, 2014) está relacionada con los procesos subjetivos de individuación e identificación que se ponen en juego en las prácticas de ocio juvenil (Kleiber, 1996). Estas experiencias de ocio les permiten a los jóvenes de este grupo explorar alternativas de identidad personal, afirmando la pertenencia a un pequeño grupo que comparten la misma experiencia. En este sentido hay una tendencia a la ritualización de estas prácticas distintivas, que permiten construir una identidad social:
“Los viernes voy a un bar, salgo de la Facultad a las once, y voy directo al bar. Porque soy fanático de la cerveza, y siempre voy y tomo una, aunque sea. Todas las semanas subo fotos, es algo religioso ya” (E1.1).
Por otra parte, en este grupo tiene mucha relevancia el interés social del ocio entendido como la búsqueda de relacionamiento y contacto social a través de las prácticas recreativas (Dumazedier, 1980). El tiempo libre es el momento de ponerse al día con los afectos, tanto de la familia como de las amistades:
“Siempre nos tenemos que ver, en su tiempo libre vamos a meter algo ahí, que una vez a la semana nos tenemos que juntar. Y nos juntamos a jugar juegos de mesa, o play o lo que venga, pero es el ritual” (E1.6). “Los jueves tengo "jueves de pizza" en casa. Vienen todos mis amigos con las novias y es un ritual” (E1.3).
Al igual que el conjunto de los jóvenes, este grupo presente motivaciones de ruptura con lo cotidiano, descubrimiento y cultivo de la amistad. El descubrimiento de nuevas culturas es un motivador destacado, pero también la posibilidad de descubrirse a sí mismo en esas nuevas experiencias:
“…Lo que más me motiva a viajar es eso de conocer y conocerme a mí misma. A dónde puedo llegar, ponerme a prueba.” (E1.3). Esto se combina con otro motivador, la búsqueda de ambientes tranquilos, como contraste de la agitación a la que asocian con las actividades rutinarias: “Me gustan mucho más los lugares tranquilos que con gente, porque yo creo que, aunque sea un lugar tranquilo si lo querés movilizar lo vas a movilizar vos y tu gente. Entonces, prefiero los lugares tranquilos” (E1.6).
En cuanto a los factores que restringen la participación en el ocio, se menciona a la barrera temporal en primer lugar:
“Antes tenía toda la tarde libre, después empecé a trabajar cada vez más veces por semana, cada vez estudiar más. El tiempo libre se te va acotando. Y tener una pareja también se te acota el tiempo” (E1.3). También incide una barrera personal, que es el cansancio que generan las obligaciones: “A veces pasa que uno elige no tener tiempo libre. O dormir en su tiempo libre, porque trata de cumplir con sus actividades del día, y a veces estás muy cansado para darte tiempo libre.” (E1.1)
En este grupo hay un juicio muy positivo respecto al tiempo libre:
“Es necesario, fundamentalmente eso. Necesario para vivir, sino no estarías viviendo bien la vida” (E1.3). El disfrute que producen las actividades de ocio se torna más importante que los beneficios de las obligaciones: “Si bien, uno estudia para después tener un trabajo y hacer algo que le guste, no voy a esperar cinco años para disfrutar, disfruto todos los días. (…) Prefiero sacrificar un poco la carrera y tener un poco más de tiempo libre” (E1.1). Se reconocen beneficios psicológicos del tiempo libre: “Me desconecta si estoy saturada de estudiar o con otras cosas, mi momento de paz. Es el momento de desconectarme de la rutina” (E1.4); “Para mí está de más (tocar la guitarra), me re desestresa, termina siendo un miniestudio, pero con otro fin. Tocar algo que suene bien, ir aprendiendo un poco más de lo que es la música que me encanta, por un tema de placer” (E1.1).
Si bien hay una valoración muy positiva del tiempo libre, esta coexiste con una barrera intrínseca hacia el disfrute de ese tiempo. La transición hacia la vida adulta lleva a poner en tensión a las actividades de ocio frente a las obligaciones:
“Yo siento culpa, de utilizar mi tiempo libre en otra cosa, que no sea estudiar o hacer mis obligaciones” (E1.6). “A mí me pasa con salir, a veces siento culpa. Porque tengo algo importante el lunes, y es sábado y me siento culpable” (E1.4).
En cuanto a los valores vinculados a sus prácticas de ocio, la autonomía es uno de los más destacados. Ellos reconocen en el tiempo libre la posibilidad de gestionar su propia vida. “El tiempo (libre) es lo que no tenés que hacer por obligación. Capaz que estudiar y trabajar, lo elegís, pero es obligación. Por eso estás gestionando tu propia vida. Yo hoy quiero hacer esto, y capaz que mañana quiero hacer otra cosa. Eso lo valoro” (E1.4). El tiempo libre representa para estos jóvenes el momento donde se independizan no sólo de los padres sino también de las obligaciones sociales:
“No sé bien por qué será, pero la independencia nos hace sentir más plenos. Aunque al principio nos asusta y decimos "qué hago", y después nos vamos encontrando. Me parece que, esa libertad que te da, no te la da otra cosa. Vos decidiendo qué hacer con tu tiempo y qué está ahí adentro, eso está de más” (E1.5).
Este grupo valora mucho sus afectos, familiares y de amistad, que muchas veces se ven postergados por el aumento de las obligaciones:
“Yo muchas de las cosas las hago con amistades y familia. Entonces lo que más valoro es la amistad y la familia. En el sentido de que generás vínculos, estás con la gente. Por eso también, en el tiempo libre aprovecho para recuperar esa persona, que no es mi yo académico” (E1.1). El contacto con los amigos va de la mano con el disfrute autotélico: “El hecho de juntarme con mis amigos porque sí, más que en la situación se dé contar historias, tomar mate lo que sea. No forzar la actividad, sino que no sería tan libre, no sería tan tiempo libre. Hacerlo por el simple hecho de hacerlo” (E1.3).
Por último, se reconoce el valor de la superación que está en sus elecciones del tiempo libre: “Algunas de las actividades que hago, por ejemplo, lo de jugar a la pelota vasca, es poder hacer algo que no podía hacer antes. Tocar la guitarra, cambiar de acordes, ver algo en lo que vas mejorando” (E1.2). “Yo cuando tengo un tiempo libre pienso en si estoy alcanzando mis metas, o no, cómo me estoy comportando, o como me vengo comportando, tiempo para cambiar o mejorar. Es algo para planificar cosas internas de mí” (E1.6).
En cuanto a las opciones para hacer turismo, este grupo se inclina por la playa, y prioriza a los amigos antes que a la familia. El alquiler de casas en grupo es habitual:
“Yo con mi barra de amigos, generalmente vemos de alquilar alguna casa con antelación. Por ejemplo, cuando empezamos a hacer esto fue en Punta del Diablo” (E1.1); “Nosotros con mis amigos casi siempre, más que nada por los cumpleaños, alguno alquila una casa y vamos todos para ahí. Atlántida o Canelones, medio cerca, no nos vamos muy lejos” (E1.2).
Esta población valora las posibilidades de viajar al exterior en sus vacaciones y hace uso de diversas aplicaciones que facilitan la experiencia del turista. Sin embargo, no encuentran oportunidades para su uso en el caso del turismo interno: “Para viajar tengo esa (Booking) y para Brasil, pongo el chip brasilero y me descargo las apps de Brasil, onda lugares gratis que hay para viajar, o sino "Las Caronas" para que te salga más baratos los viajes en vez de ir en ómnibus. Cambio el chip uruguayo, me desconecto. Pero Uruguay así, no sé ni si hay (E1.6.); “Allá en Europa usé "Coachsurfing", y aplicaciones de vuelos baratos desde tres euros, o mismo de las empresas de viaje, de las aerolíneas. Aplicaciones que te muestran lugares para ir, mismo en Facebook te hace recomendaciones, Instagram también, publicidad a full.” (E1.3); “Yo el año pasado estuve viajando cinco meses por Asia, y ahí mis apps eran "HostelWorld", "TripAdvisor", "CheapFlights", y me manejaba siempre con esas para todo.” (E1.4).
En síntesis, su opción por prácticas distintivas de ocio y su aprovechamiento de las burbujas de ocio en un tiempo libre escaso, nos lleva a definir este ociotipo como distintivo fragmentado.
Distintivos saturados.
En cuanto a los jóvenes menores de 18 años, que viven en barrios de perfil socioeconómico alto, se repite el comportamiento distintivo de sus mayores aunque con una percepción de saturación respecto a un tiempo libre que lo consideran demasiado abundante.
En el caso de los estudiantes de bachillerato, la dinámica escolar lleva a que en muchos casos se cuente con cuatro meses corridos de vacaciones: “Mitad de noviembre hasta principios de marzo.” (E1.1); “Casi cuatro meses” (E1.3); “Es muchísimo” (E1.5); “Pero como yo hago todas las actividades concentradas (en el Colegio), son cuatro meses, que a veces son de nada” (E1.4).
En esta población, la institución escolar tiene fuerte influencia en las amistades (los amigos suelen ser en su mayoría compañeros del liceo) e incluso, en algunos casos, en las actividades recreativas a las que destinan buena parte del tiempo disponible (muchas son propuestas por la propia institución educativa). Por ello las vacaciones son vistas como una amenaza para el desarrollo de un ocio de calidad:
“Me parece que son necesarias una vez cada tanto, por ejemplo ahora (julio). Capaz que estaría bueno separar, que fueran dos semanas, una semana ahora y una semana después. (…) Pero también me pasa en las vacaciones largas, no extrañar el liceo, pero extrañar ver a mis amigos todos los días” (E2.3). “Estoy de acuerdo con lo que decían que a veces creo que son más de las que necesitamos. A mí se me hacen largas. Capaz que si las tuviera cortadas hasta las disfrutaría más” (E2.4).
Este volumen de tiempo libre acumulado en un solo período es visto como perjudicial para una experiencia de calidad. Para este grupo la distribución del tiempo libre en el año permitiría un uso cualitativamente superior:
“Yo creo que al ser tan largas nunca las disfrutamos bien. Diría que tienen que ser sólo un mes o algo así” (E2.5); “Capaz que sean un poco más cortas las largas, y mechar alguna semanita más en el medio. Un poco más distribuido.” (E2.1)
Las vacaciones son percibidas como abundantes y que se vuelven rápidamente rutinarias. Pero incluso los fines de semana pueden convertirse en un tiempo libre rutinario:
“Los fines de semana, ahí si tengo bastante tiempo libre. (…) Me gustaría hacer algo también los fines de semana, que siempre tengo un tiempo muerto muy grande” (E2.4).
En cuanto a las prácticas en este tiempo libre, al igual que en el caso de los mayores se evidencia un comportamiento distintivo, aunque más centrado en el deporte y la actividad física. La mayoría hacen deporte y actividad física en forma sistemática, aunque son diversas las disciplinas; algunas más tradicionales como fútbol, hockey, pilates y natación, pero incluso vela o danzas. Estas actividades se realizan en la institución educativa a la que asisten, pero también en clubes y academias del barrio.
El propio liceo al que asisten es uno de los lugares donde destinan buena parte del tiempo libre:
“Yo entre semana hago bastantes actividades, por fuera que son del liceo. Talleres de radio y animación, y un par de cosas más, que me dejan con poco tiempo libre” (E2.4). “Es una mezcla de las actividades que me da el colegio ahora, que son bastantes talleres. Entonces llené bastante mi semana con esas cosas. El otro tiempo libre que uso es estar en casa, mirando redes sociales o videos en YouTube. Algunas veces juego a algo, pero cada vez menos” (E2.6).
Y la casa es otro ámbito para prácticas de ocio digital como mirar series, videos musicales o jugar videojuegos:
“…lo que suelo hacer es estar con el celular, con la computadora. (…) Veo redes sociales, o miro videos en YouTube.” (E2.2)
Al igual que en el grupo de los mayores, los jóvenes menores de 18 años encuentran motivaciones de descubrimiento y ruptura con lo cotidiano a la hora de decidir sobre su tiempo libre y especialmente sus vacaciones, aunque no necesariamente esto supone tranquilidad.
Descubrir nuevos lugares y experiencias es un factor que moviliza las preferencias en el tiempo libre:
“Yo me siento identificada con la (motivación) de aumentar mi conocimiento. Me gusta siempre estar aprendiendo algo nuevo. (…) Y después lo de descubrir nuevos lugares y experiencias también” (E2.5). “A mí me parece que lo principal es descubrir nuevos lugares y experiencias. A mí por lo menos no me gusta repetir destinos mucho. Buscar experiencias que no haya hecho” (E2.3).
La relajación mental está asociada a un corte con la rutina, aunque no necesariamente implica el desarrollo de actividades tranquilas:
“Capaz que lo de relajarme mentalmente pero no quiere decir hacer algo "tranqui" sino el cambiar la rutina, no sentir el deber de tener obligaciones, ya te relaja” (E2.3); “En vacaciones me corta mucho la rutina. Hago un montón de actividades que son todas referentes al liceo, entonces me corta totalmente la rutina. A veces no está bueno, pero ahí es donde prefiero algo tranquilo. (…) Pasa que llega un momento en que me termina aburriendo el hecho de cortar. Preciso volver, llega un momento que necesito hacer algo” (E2.4).
No todos coinciden en la motivación por la calma en el tiempo libre:
“En realidad me aburre quedarme en un ambiente tranquilo. Como que me siento que estoy haciendo el tiempo inútil” (E2.5). Pero para otros el corte con la rutina implica también buscar experiencias tranquilas: “A mí el estar en ambientes tranquilos es algo que me gusta. No soy mucho del turismo aventura en general” (E2.2).
En cuanto a sus opiniones sobre el tiempo libre, hacen una diferenciación entre prácticas que refiere a la calidad de las experiencias de ocio. En este sentido, muchas de las prácticas que se dan en los ratos libres de obligaciones no son asociadas con un buen aprovechamiento del tiempo libre:
“Veo redes sociales, o miro videos en YouTube. Nada muy útil” (E2.2); “No lo puedo aprovechar mucho y termino básicamente usando el celular o mirando algo” (E2.4).
Si bien reconocen el sentido autotélico del ocio, el exceso de tiempo libre los lleva a cuestionarse su utilidad:
“Es necesario, pero a mí me pasa que, si es mucho, ya arranco a ser muy poco productivo” (E2.4); “De a ratos está bueno tener un tiempo para descansar y estar tranquilo, aflojar un poco. Pero me parece que ya cuando se vuelve demasiado, te incita a dejar de hacer las cosas o a no empezar de vuelta” (E2.1).
Esta crítica de la utilidad de un tiempo libre en exceso lleva a buscar un uso exotélico del mismo como el estudio o el ejercicio físico:
“Me parece que es algo esencial, que no podes no tener tiempo libre. (…) Pero para mí, cuanto más estoy ocupada, cuando tengo menos tiempo libre, siento que lo tengo que dedicar para el estudio y hasta me parece mejor” (E2.3). “Yo creo que el tiempo libre es cuando vos decidís qué hacer y podés tomarlo de distintas maneras. Puede ser para descansar tomarlo todo, o sacrificar un poco de tu tiempo libre para hacer otras actividades como puede ser hacer ejercicio” (E2.2).
Aún así, valoran la posibilidad de autorrealización en el tiempo libre y el entusiasmo por sentir que aprovechan las oportunidades que les da su ocio. La posibilidad de realización está asociada a beneficios que se perciben en las prácticas de ocio:
“En mí caso me pasa mucho eso de sentirse realizado. Me siento re bien conmigo misma después de que voy a práctica o voy al gimnasio o etc.” (E2.3); “Yo concuerdo con lo de sentirme realizado, me parece que es lo más importante (…) Yo creo que en la natación, porque sé que me a beneficiar a larga y a la corta. Es lo más importante que hago” (E2.2).
La mejora y superación de las propias habilidades es otro aspecto que valoran de su tiempo libre:
“A mí me pasa algo que hago muy poco que es escribir. Pero me gusta y me entusiasma pila, saber que capaz voy mejorando y que voy a llegar a otro puerto” (E2.6); “La posibilidad de superar mis propias habilidades y que eso también quizás va de la mano con el sentirme realizado” (E2.1).
La pertenencia a un grupo de pares que comparte la misma actividad es otro valor que reconocen de sus prácticas:
“Y a su vez, también, ser parte de un colectivo que comparte la misma actividad, por el ambiente que se genera, que estás con gente que está ahí por razones similares a las tuyas” (E2.1). “Y también ser parte de un colectivo que comparte la misma actividad. Me parece re importante que te sientas cómodo con las personas con las que estás compartiendo la actividad. Y que también te generan ganas de seguir yendo. Por algo elegís un club u otro, o una academia u otra.” (E2.3).
En síntesis, su opción por prácticas distintivas de ocio y su crítica a un tiempo libre que consideran excesivo especialmente en vacaciones, nos lleva a definir este ociotipo como distintivo saturado.
Pragmáticos inquietos.
En cuanto a los jóvenes que viven en barrios de perfil socioeconómico medio, no se evidenciaron diferencias en las respuestas según los grupos de edad. Este grupo tiene una visión más instrumental respecto al tiempo libre, pero demuestran inquietudes respecto a su aprovechamiento a través de prácticas que no son homogéneas.
Estos jóvenes vinculan al tiempo libre con el descanso, es un tiempo de no obligaciones y para uno mismo:
“(...) sirve para descansar, pero también para hacer lo que no podés hacer cuando estás ocupado” (E4.1); “El momento de descanso, pero como dijo él, podes hacer cosas que no podés hacer cuando estas ocupado” (E4.2); “(...) el tiempo fuera de la rutina normal” (E4.5); “Hacer lo que me gusta, sin ninguna obligación externa” (E3.3). En el caso de los mayores, distinguen a las vacaciones por la calidad de ese tiempo y su finalidad autotélica: “Considero dos tipos diferentes de tiempo libre. Primero, el que está condicionado por la rutina, que sería de marzo a diciembre y después tengo lo que está siendo de verdad mi tiempo libre que es cuando puedo disponer de todo mi tiempo, que sería en vacaciones.” (E3.3); “El tiempo libre entre marzo y diciembre está muy atado a la productividad (...) Es muy diferente a cuando estás de vacaciones es como que estás con otra cabeza. (...) sin pensar en qué voy a hacer” (E3.1); “El tiempo libre de verano es sin culpa.” (E3.2)
En el tiempo libre se realizan actividades diversas que van desde leer hasta pintar y cantar, hacer deportes y hip hop, participar en un voluntariado e incluso tocar el violín:
“(...) una cosa que me gusta hacer en mi tiempo libre es leer” (E3.1); “Y me gusta pintar, voy a un taller que lo considero parte de mi tiempo libre porque lo hago porque me gusta.” (E3.3); “Yo paso mucho tiempo en un colegio, que es un trabajo pero es de voluntariado. Se trata de acompañar jóvenes. (...) El tema de la lectura es algo más de vacaciones.” (E3.4); “(...) voy a la plaza de deportes (…) hago natación y gimnasia” (E4.2); “(...) practico un poco, porque como hago violín, leo las partituras” (E4.4); “(...) free style, el hip hop. Me gusta mucho y también me genera emoción y entusiasmo, poder improvisar entre nosotros” (E4.3); “Otra cosa que no dije y que me gusta muchísimo hacer es cantar” (E4.5).
Los lugares y actividades de tiempo libre de los jóvenes que viven en barrios de contexto socioeconómico medio están mayoritariamente vinculados a una oferta privada, tanto en los mayores como en los menores. Los clubes deportivos, talleres de plástica y las instituciones educativas privadas son lugares de referencia para las actividades de tiempo libre:
“(...) voy al club cuando puedo” (E3.3); “(...) hago en el Club Olimpia.” (E4.3); “(...) me gusta pintar, voy a un taller” (E3.3); “(...) paso mucho tiempo en un colegio” (E3.4). También el hogar es un espacio para el cultivo de los afectos: “(...) También lo que hago es irme a la casa de alguna amiga.” (E3.2);“(...) Nos juntamos en nuestras casas, algún día pone la casa uno, otro día otro” (E3.1); “(...) aprovecho para ir a la casa de mis abuelos” (E4.1).
Tanto los mayores como los menores encuentran motivación para sus preferencias de ocio en la amistad y en romper con la rutina:
“Pero creo que lo que más me motiva es romper con la rutina, salir de todos los días lo mismo, me cansa. Y hacer nuevas amistades, me gusta conocer gente. Más que ahora con las redes es más fácil quedar en contacto.” (E4.2); “Y no sé, a mi una de las motivaciones que tengo es romper la rutina, me encanta hacer cosas fuera de lo que hago la mayoría de veces. Hacer nuevas amistades, me encanta tener amigos, nuevos amigos.” (E3.1).
En el caso de los mayores también destacan la motivación por descubrir nuevos lugares y experiencias:
“Me gusta eso de conocer personas, y romper con la rutina. Ya salir de la ciudad, salir del ruido... Aumentar mi conocimiento por conocer lugares, también hablar con las personas.” (E3.3)
La motivación por el conocimiento y poner a prueba las habilidades es mencionada en el grupo de menores, como factores que inciden en las preferencias de ocio:
“Yo puse aumentar mis conocimientos porque si a mí me interesa algún tema, o hablar de alguna cosa que me parece muy interesante, yo puedo investigar y buscar y saber lo que es, poder informarme. También poner a prueba mis habilidades” (E4.3).
Entre las cosas que valoran en sus prácticas de ocio, en ambos grupos de nivel socioeconómico medio se mencionan el disfrute, el entusiasmo que genera sentir que se aprovecha en forma adecuada el tiempo libre y la posibilidad de compartirlo con los afectos.
Este valor del disfrute en los menores está asociado no tanto a las actividades, sino más bien a las personas con las que se comparten las prácticas de ocio:
“Yo puse divertirme y disfrutar intensamente, pero más bien a dónde voy, es con quién lo voy a hacer, porque mismo si voy con amigos, no importa lo que haga creo que me divierto igual.” (E4.1).
En ambos grupos se destaca el valor del ocio como experiencia compartida con amigos y familiares:
“Después la amistad o la familia, como dije antes, que la compañía es lo que cuenta. No es dónde sino con quién.” (E4.5) “Justamente en esta época, que estás con la rutina, tenés un rato libre para hacer algo que valga la pena, con lo que quede contenta. Y creo que eso va de la mano de la amistad o la familia.” (E3.2) También el valor de un tiempo libre bien aprovechado influye en las preferencias de ocio: “El entusiasmo que me da cuando lo aprovecho porque si vos estás dos días en un lugar y después un día y medio de esos te los pasas durmiendo, no aprovechas nada. Entonces, cuando sí lo aprovechas te da satisfacción haberlo aprovechado” (E4.5). “Al tener una posibilidad de hacer algo, aprovecharlo me hace sentir bien conmigo porque no dejé pasar una oportunidad que se me dio.” (E4.1)
En síntesis, la mirada instrumental del tiempo libre y una búsqueda de prácticas de ocio no homogéneas, nos lleva a definir este ociotipo como pragmático inquieto.
Pragmáticos dependientes.
Por último, los jóvenes que viven en barrios de perfil socioeconómico bajo tampoco evidenciaron diferencias en las respuestas según la edad. Al igual que el grupo anterior, tienen una visión instrumental respecto al tiempo libre y un comportamiento recreativo muy dependiente de la oferta pública.
Estos jóvenes hacen una valoración instrumental de su tiempo libre, asociado al descanso, la ausencia de obligaciones y el tiempo para uno mismo:
“Es un momento que estás fuera de las obligaciones” (E5.11); “Sería el tiempo que tenemos para poder descansar, disfrutar o liberarnos de la rutina y salir un poco” (E5.9); “Es un momento que podés usarlo para vos solo o para compartir con amigos” (J3).
Las prácticas recreativas en esta población están fuertemente asociadas la oferta de diversos programas públicos (centros juveniles, programas comunitarios del municipio, etc.):
“La mayoría de mi tiempo libre la paso acá (Centro Sacude)” (E5.7); “(…) voy al Centro Juvenil. Hacemos talleres también. Taller de percusión, tejido, hay varios...” (E5.2); “(…) hacer animación (en SACUDE). También radio, que hay una radio comunitaria.” (E5.5); “Yo en mi tiempo libre si no estoy en el taller de animación, o estoy estudiando o estoy haciendo deporte.” (E5.6); “Hago ritmo latino, volleyball, fútbol (...)” (E5.4).
La experiencia de ocio de estos jóvenes está condicionada por barreras de acceso y experienciales. En cuanto a las oportunidades de acceso a una oferta de ocio encuentran pocas propuestas en su barrio y esto no les permite acceder a una oferta diversa. Aun así, estos jóvenes se movilizan en su tiempo libre motivados por aumentar el conocimiento, el descubrimiento de nuevas propuestas y lugares, y compartir momentos de amistad:
“Aumentar mi conocimiento, poner a prueba mis habilidades, disfrutar con amigos.” (E5.10)“(..) hacer nuevas amistades, descubrir nuevos lugares y experiencias” (E5.5). Por último, estos jóvenes destacan el disfrute y el reconocimiento de su entorno como valores relevantes de su tiempo libre. En menor medida, la seguridad y el respeto mutuo son aspectos culturales que reconocen.
En síntesis, su visión instrumental del tiempo libre y su dependencia de la oferta pública para configurar sus prácticas de ocio, nos lleva a definir este ociotipo como pragmático dependiente.
Hallazgos.
Del análisis de las respuestas surge información muy relevante para comenzar a conocer los perfiles de ocio de los jóvenes de Montevideo. Sin embargo, dado el alcance exploratorio de este estudio, se debe ser prudente con los hallazgos obtenidos. Si bien se reconocen las limitaciones de este primer estudio, se considera que la particularidad de su abordaje aporta pistas para la orientación de políticas de turismo dirigidas al segmento juvenil. La caracterización en base a variables psicosociales ha permitido configurar los primeros borradores de ociotipos juveniles, aspecto que podría explicar algunas de sus pautas de consumo en el tiempo libre.
Se identifican algunas oportunidades para el desarrollo de políticas y productos turísticos. En primer lugar, la necesidad de poner en valor los sitios de interés turístico a través de una oferta de actividades dirigida especialmente para la población juvenil. El atractivo natural o cultural no es suficiente para convocar a este segmento de población.
En segundo lugar, la oportunidad de diseñar propuestas específicas para los jóvenes liceales de contexto socioeconómico alto, que cuentan con un período extenso de vacaciones y una oferta de actividades reducida. Se sugiere generar nuevos productos turísticos para menores en noviembre, diciembre y febrero, asociados a sus grupos de referencia. Estos expresan tener un excesivo tiempo libre que puede ser aprovechado con su grupo de amigos de los ámbitos recreativos o educativos que frecuentan durante el año.
Una tercera oportunidad radicaría en ofertas de circuitos turísticos de verano, que aprovechen la volatilidad de los jóvenes durante sus vacaciones. Paquetes que incluyan varios destinos, con estadías de bajo costo y dinámicas de transporte innovadoras. Estas ofertas deberían reconvertirse en el resto del año, para reposicionar el fin de semana como un período apto para un turismo de cercanías.
Por último, se destaca la importancia de continuar trabajando en los planes de turismo social para que los jóvenes de menores recursos puedan acceder al disfrute del turismo como derecho humano. En este caso, los jóvenes muestran interés por productos de turismo rural y de sol y playa, que pueden ser brindados como herramienta de desestacionalización para el proveedor de la oferta turística.
El estudio, aunque exploratorio, permite conocer algunos rasgos de la realidad del ocio juvenil y su valor radica en que logra visualizar la importancia de este tipo de investigaciones y la necesidad de seguir indagando con herramientas más potentes. Los resultados permitieron un primer acercamiento al fenómeno, que sin duda requerirá mayor profundización en el futuro, pero que constituyen el germen para una línea de investigación que no tiene antecedentes en nuestro país. La exploración de esta temática puede ayudar a la proyección hacia un estudio de carácter cuantitativo que permita construir un mapa representativo de los ociotipos predominantes, no sólo enfocado a jóvenes y a Montevideo, sino que también incluya todas las generaciones y departamentos del país. Consideramos que la definición de ociotipos predominantes en el Uruguay sería, a futuro, una herramienta valiosa para el diseño de productos y políticas, no sólo orientadas al turismo sino también al consumo cultural y a las prácticas de ocio en general.
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